Cada paso en el desierto ha de dirigirme al mundo de las fronteras del dolor. Ya la vieja y añorada casa se despide de mi quedándose quieta en ese vacío.¿ Haz de volver a mi querida casa?. Sus puertas se me cierran y las ventanas que alguna vez se abrieron por mi, hoy son una con lo plano de sus paredes. Es entonces cuando giro con el dolor en mis talones y emprendo la búsqueda con el calor y sed que en el desierto suele dar. Su sequedad y su soledad estan conmigo.He de caminar en la arena hundiéndome por el peso de mi carga, he de sufrir lo que sufre el caminante de las manos vacías que ha perdido un hogar.
Entre paralelos de inmensidad yo continuo mi caminar; uno presente y absorvente, el otro ausente y vigilante en mi espera allá donde estan las fronteras. Cae la noche (como si hubiese estado ausente alguna vez) y el frío cala en mi piel. ¡ Ya quisiera volver a ese hogar cálido que me acogía!, pero no...sólo la esperanza me dejará volver. ¡Como quisiera apurar el paso hacia las fronteras! ¡quisiera llegar más rápido para acabar con esta sed!. Mas aún tengo que caminar mucho y pensar que tal vez este dolor de mis talones terminará cuando me gire para el retorno a casa. ¡Quiero estar en tu calidez! ,no me quiero separar, no quiero caminar solo hacia las fronteras del dolor.